Microhábitos y escritura: menos es más

Hay épocas del año en que nos proponemos cambios, proyectos, metas, planes para hacer realidad los sueños; mientras más ambiciosos, mejor. Al fin y al cabo, la idea es retarnos a nosotros mismos, ¿no? Y al cabo de dos semanas, ya los planes lucen agotados. Hasta el próximo año será.
No, la idea no es tanto proponerse retos como plantar hábitos que nos lleven a logros, a cambios sostenibles en el tiempo. Por supuesto que esto en sí mismo es un reto. ¡Bingo!
Una aproximación alternativa a la grandiosidad de los propósitos de cambio que hacemos en fechas como el comienzo del año o los cumpleaños es el método de microhábitos. El plan es comenzar modestamente, de una forma tan simple que nos sea prácticamente imposible no cumplirlo.
Contrario a lo que podría pensarse, el principio del microhábito no es hacer poco, sino hacer algo –o sería mejor decir alguito– cada día, tomando en cuenta el tiempo más que los resultados. Por ejemplo, si nos planteáramos escribir cada día un número determinado de páginas, quizás nos daríamos por vencidos al segundo día si no alcanzamos la meta. Nos desalentaríamos.
Diría que al inicio el mayor enemigo es el desaliento, el desánimo que viene cuando no logramos lo que nos proponemos. Para impedirlo nos plantearemos trabajar en pequeños lapsos. Nuestra meta no será escribir un cierto número de páginas sino trabajar durante cierto tiempo. Y cada vez que lo logramos sentimos la satisfacción del “deber cumplido”. Un deber con nosotros mismos. El más difícil de cumplir, aunque este debería ser el compromiso más serio que hagamos, no importa la época del año.
El método que mejor me ha funcionado es comenzar por períodos de tiempo realmente cortos e ir alargándolos a medida de mis posibilidades. Por ejemplo, una microsesión de diez minutos que luego se va extendiendo de forma consistente.
En caso de tener que levantarse más temprano para disponer del tiempo, utiliza el mismo método. No te propongas levantarte media hora más temprano, porque quizás no vas a lograrlo y te frustrarás. Comienza por levantarte cinco minutos más temprano una semana y a la semana siguiente agrega cinco y así hasta lograr el tiempo que desees o necesites. Esa media hora para un sueño.
Lo mejor de este método es que ganarás algo que se conoce como momentum, un término de la física que se refiere a la cantidad de movimiento de un objeto, que se ha venido aplicando al campo de la disciplina personal.
Cada vez que logras algo que te has propuesto ganas momentum; un movimiento que te lleva a otro movimiento. Así como el mayor enemigo es el desaliento, el mayor aliado es la ganancia de momentum. Estar en movimiento, como decimos comúnmente. Eso sí, con perseverancia y consistencia.
Tanta teoría y palabrerío para algo que ya sabíamos del refranero popular: “Paso a paso se va lejos”. Así es la vida. Con frecuencia el aprendizaje es más bien recordar lo que uno ya sabe pero no aplica.
Entonces, como decía Plinio el Viejo, ni un día sin una línea. Y recuerda, la inspiración tiene que encontrarte trabajando.
Por Fanny Díaz
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