Anotaciones al Decálogo del perfecto cuentista

Estas anotaciones prácticas al Decálogo del perfecto cuentista del gran Horacio Quiroga (Uruguay, 1878-1937) las entregó el escritor venezolano Federico Vegas a un grupo de estudiantes de su clase de escritura, entre los que estaba yo. Han pasado muchos años, y cada cierto tiempo las releo para encontrar hilos y mantenerme en movimiento.
1
Cree en un maestro –Poe, Maupassant, Kipling, Chejov– como en Dios mismo.
• Los héroes, los dioses. Los grandes, sí: Chejov, Maupassant, Poe, Kipling.
• Por qué es mi maestro.
• La foto de Adriano González León.
• La obra, el método, el sistema, la rosa amarilla y la ortografía de García Márquez. Vargas Llosa corre antes de escribir. Graham Greene escribe 500 palabras. Steinbeck y la letra menuda. La puerta cerrada y los dos amigos de King.
2
Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.
• Yo soy el que soy. Jamás entraría en un club que aceptara un tipo como yo. Cómo no tratar de ser. La puntería. Lo ojos cerrados.
3
Resiste cuanto puedas la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.
• El saber olvidado. Los naufragios. El sedimento.
4
Ten fe ciega, no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
• Escribir es difícil.
• Marlon Brando y la palabra.
• Como se ama a la novia. No dice esposa, ni amiga. ¿Cuál es la diferencia entre el amor y la amistad? “El amor puede venir de una parte solamente, mas la amistad conviene que venga de ambos”. Puede haber amor sin amante, pero nunca amistad sin amigo.
Esta exigencia bilateral de la amistad se debe a que su dulzura envolvente es permisiva. No verse tanto como antes, o incluso, no ser ya tan amigos, es algo que se reconoce y admite. Hay amigos que entienden, sin decírselo, que el secreto de su amistad consiste en no verse y disfrutan tanto de los encuentros como de las separaciones.
El amor en cambio es dolorosamente preciso y exigente; según el dicho: “Una mujer enamorada le perdona a un hombre todos sus defectos, la que no lo está, no le perdona ni siquiera sus virtudes”. La frase “Te amo menos” es inaceptable, revela estruendosamente que ya no se ama. Incluso la opuesta, “Te amo más”, compromete peligrosamente al insinuar que antes no se amaba del todo.
Podemos decir que el amor es algo que ocurre y la amistad un lugar donde suceden cosas. Esta diferencia entre contexto y elemento, entre contener y ser contenido, ¿qué implicaciones tiene?
5
No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
• La trama en Stephen King. La red.
• Escribir como una forma de búsqueda.
6
Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: “Desde el río soplaba un viento frío”, no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.
• Flaubert y leer en voz alta. Lo oral. El tiempo que toma escribir y el tiempo que toma leer. Contar como computar. Contar como llevar la cuenta y como narrar.
7
No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
• La palabra. Busquen cómo operan las palabras, por ejemplo, en García Márquez.
• Me dice un amigo que en Grecia –y me refiero a la Grecia de hoy– a las paradas de autobús las llaman “metáforas”.¡Qué graciosa metáfora es esta imagen! Un lugar donde nos detenemos brevemente a esperar un movimiento, o un lugar donde el movimiento se detiene y nos permite descender. Poder decir todos los días al conductor: “Por favor, me deja en la siguiente metáfora”.
Varrón en su libro De lingua latina nos dice algo que viene al caso: “Narramos cuando ponemos a otra persona al corriente”. Corriente es narus en latín, de donde también viene narrar. Varrón es bastante explícito: “Narro cuando pongo otra persona al corriente; de aquí proviene ‘narración’”. Y continúa Varrón explicando en qué consiste narrar: “Se trata de palabras que pertenecen al campo de la acción, o bien que están conexas a ideas temporales”. Esto quiere decir que el narrador se mueve, pero también los hechos narrados tienen su propio movimiento. Esta incesante persecución requiere, curiosamente, mantener sincronizadas ambas corrientes; el narrador no puede ni acercarse ni alejarse demasiado de lo que arrastra y de aquello que lo arrastra. Hay movimientos que le exigen aplicar algo de freno; por esto es que algunos narradores que parecieron quedarse atrás, resurgen de pronto mucho más adelante que nosotros.
Algo similar ocurre en la metáfora griega que describe mi amigo, en la parada de autobús, estamos en un sitio, bajo un techo, pero nuestra mente está en otro lugar, estamos detenidos y a la vez de paso. Siempre que me sumo a las colas de los que aguardan, observo, más que rostros fastidiados, rostros transportados, abstraídos, idos, porque aun detenidos están en movimiento. Algo así sucede con los cuentos.
8
Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
• Diferencias entre la novela y el cuento.
• Diferencia entre chiste y chisme, cuento y novela, red y trama.
9
No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.
• Los sistemas de Stanislavski en Un actor se prepara. Y el libro de Lee Strasberg, del Actor’s Studio. Los actores son seres muy inteligentes. Su tema de estudio es la vida. Técnicas de actuación aplicadas a la literatura.
10
No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida en el cuento.
• Borges que escribe para los amigos.
• Fuentes que propone escribir como si estuvieras muertos.
• La relación con el presente.
Los opuestos nos acechan en las propias herramientas que usamos para entendernos. Una palabra puede significar una cosa, y al mismo tiempo, y en el mismo sitio, su contrario. “Sancionar”, por ejemplo, aprueba y castiga, autoriza y penaliza. En su columna del New York Times, “On Language”, William Safire se pregunta cómo se llaman las palabras que tienen significados contradictorios, y nos dice que además del termino “antilogías”, se pueden definir como “palabras de Jano”. El dios Jano era el guardián del universo, de los comienzos y de los accesos (de Jano viene enero); no en balde se le representa con dos caras que miran en direcciones opuestas: todo acceso es salida, todo comienzo un final.
Con este agudo estrabismo Jano tenía que prestarse a las contradicciones. El mismo dios aparece unas veces como fraudulento, capaz de ofrecer “dos caras”, y en otras como sensitivo a las dualidades, a las polaridades. En el fondo no hay tanta diferencia; más aún, al hablar de dioses debemos tener cuidado con ciertos “oposicionalismos” fáciles y excitantes; ocurre que no estamos manejando cualidades antagonistas sino conceptos complementarios.
Jung nos ofrece una alternativa: su coincidentia oppositorum sirve para darles conjunción e identidad a los opuestos. James Hillman incluso nos invita a movernos de un extremo a otro hasta liberarnos de los “ismos” patidifusos. Según Hillman lo importante es advertir la perspectiva arquetipal que toda oposición nos ofrece, examinar la profunda substancia de la tensión, más que la lógica evidente de la contradicción.
Anotaciones de Federico Vegas